Este texto recorrió algunas escuelas de la provincia, y mas de uno estuvo de acuerdo

El conflicto docente: sin pena ni gloria.

Marzo del 2008 quedará en la historia de la docencia pampeana como el mes en que no comenzaron las clases en tiempo y forma como habitualmente ocurría. Y no es poco, teniendo La Pampa la tradición de que “acá no pasa nada”, “todo está bien” y “la provincia abanderada de la reforma educativa” (recordemos en la aplicación de la ley Federal de Educación).

Desde fines del 2007, se había agitado la posibilidad de un paro para el inicio del 2008. En aquella oportunidad, el reclamo era titularizaciones anuales (ya reglamentado por Estatuto, solo que faltaba hacerlo realidad) y una recomposición salarial, de acuerdo al costo de vida. Luego de un conflicto corto y el posterior acuerdo en mesa de paritarias, el primer punto se estableció, quedando relegado el segundo. La situación fue bastante graciosa e insólita, se realizó un paro después de las elecciones de octubre!!

Así, llegó el nuevo gobierno y los nuevos ministros, el de Educación un tal Bensusán proveniente del Banco Pampa. Sus declaraciones no hicieron más que encender los ánimos docentes, de por sí ya crispados. Incluso llegó al extremo de judicializar a la Secretaria General de Utelpa por declaraciones, más que pertinentes, respecto de la matriculación compulsiva de profesionales.

En febrero, las inquietudes eran grandes y los maestros acudíamos a nuestro gremio, para organizar los pasos a seguir. Era obvio, íbamos a una medida de fuerza. Pero prontamente comenzamos a sorprendernos.

El gobierno pretendió frenar el conflicto otorgando un nuevo “incentivo” llamado “estado docente” de $ 110, otra suma más en negro. Para la mayoría era una provocación más que una propuesta, dado que un reclamo histórico es blanquear el salario, pero algunos comenzaron a oír “cantos de sirena”. Del lenguaje confrontativo, un congreso provincial había establecido una medida de fuerza, comenzaron hacia dentro del sector las reflexiones complacientes y conciliadoras con el gobierno.

Desde la dirigencia gremial, el mensaje no era claro, incluso tendía más a desanimar que a convencer de la necesidad de la lucha. Se marcaba lo que podíamos perder más que ganar, había desconfianza en que los compañeros se sumaran a la medida e incluso que la sostuvieran. Tal vez, la tradición de tantos inicios de ciclo sin conflicto, tal vez una dirigencia demasiado cercana al gobierno provincial. Pero las bases, los docentes comunes de todos los niveles coparon el gremio, e impusieron la medida de fuerza: paro y movilización en Santa Rosa. La dirigencia gremial, no tuvo más remedio que encolumnarse.

El paro fue contundente y la movilización impresionante (no tuvo nada que envidiar a las multitudinarias marchas santarroseñas contra su autoritario intendente). Habían pronosticado mal los docentes estaban dispuestos a luchar por más. El congreso de la Utelpa había resuelto la medida y luego definía el plenario de secretarios generales.

Durante el paro volvimos al gremio, para ver cómo seguíamos y la respuesta era: estamos esperando el llamado del gobierno. El viernes 7 de marzo, sin pena ni gloria, sin ninguna respuesta clara desde el gobierno o el gremio, volvimos mansamente a los lugares de trabajo, sin siquiera una certeza de nuestros reclamos. Prosiguió la semana siguiente y la situación era idéntica. La dirigencia, mientras tanto, negociaba. No habían previsto un plan de lucha, ni menos querían consultar a las bases para no tener otro revés como en la primera oportunidad. El mensaje era claro, la mayoría estaba resuelta a continuar con las medidas.

La seccional de General Acha heroica y aisladamente llamaba a extender el conflicto, incluso con un paro por tiempo indeterminado. Dicha seccional fue coherente en el congreso provincial, al igual que Rancul y 25 de Mayo, quien sufre particularmente la situación por el “boom” petrolero y el consiguiente encarecimiento del costo de vida. Estas fueron las voces disonantes, pero eran una extrañeza en la dirigencia provincial.

La Utelpa no quería propasarse con más, ya demasiado con dos días de conflicto, mientras que la CTERA no había previsto ni tan solo uno.

Algunos pocos se mostraron satisfechos con los logros de la segunda propuesta: $ 50 al básico y $50 como remunerativo y bonificable, el resto en cómodas cuotas y el tan mentado aumento como material didáctico. Muchos más, desconcertados solo verán subir sus salarios si cuentan con una antigüedad considerable y sin duda harán un análisis más íntimo de las relaciones entre el gobierno y la dirigencia gremial.

La agrupación docente Carlos Fuentealba postula que con una movilización de entre 3000 y 5000 personas y un acatamiento al paro del 99% podría haberse negociado por mucho más y mejor, arrancándole al gobierno el 10 % restante de presentismo, un aumento salarial real (que no se licue con la inflación), el pago por cargo y no por agente, el blanqueo de una vez de las cifras en negro y el plus patagónico. Es cierto, que estos últimos puntos sólo se conseguirán en unidad con otros estatales y privados que tienen la misma problemática. Pero lo que es claro es que sólo e consiguen los logros con organización, con lucha y convicción por lo que se pelea.

El momento no podía desperdiciarse, el gobierno provincial estaba jaqueado por las manifestaciones en Santa Rosa y el conflicto docente le agregaba un frente más. Sin embargo, deliberadamente se dejó pasar la oportunidad con la vaga promesa de que en la próxima vamos por más. A los defensores de esta posición debemos demostrarles que hay ciclos o flujos en toda lucha y que no se pueden rifar situaciones que luego vamos a lamentar.
Ah, por último!! Para los que durante el conflicto daban a Bensusán como víctima del conflicto y ya hasta tenían a su reemplazo (como circulaba en los mensajes de textos), ahí está vivito y coleando, esperándonos para la próxima paritaria

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